Cuando Jess Montell conoce a
Trace West en un partido de hockey, no sabe su nombre ni su profesión. Lo que
sí sabe es que hay una atracción instantánea que es imposible de ignorar, o de
olvidar. Y olvidar es exactamente lo que quiere hacer cuando se entera de que
él no es solo un exitoso ejecutivo de Wall Street, sino el heredero de una de
las mayores familias mafiosas de Nueva York.
Lo último que necesita Trace es una relación romántica con las fuerzas del
orden, y la oficial de libertad condicional Jess tiene escrito problemas por
todas partes. Lástima que le gusten los problemas. Especialmente cuando se
trata de una morena explosiva con actitud y piernas interminables.
Es una auténtica fiera, y él quiere avivar esa llama.
Trace no pidió la vida de la mafia. Jess no quiere formar parte de ella. Los
dos saben que es más seguro mantenerse alejados, pero la tentación es demasiado
difícil de resistir, por muy grande que sea el peligro.
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