Estrella del fútbol. Padre
soltero. Y una vez, hace mucho tiempo, fue mío.
He pasado la mayor parte de una década olvidando a Ford Ellis. Si se hubiera
mantenido alejado de Montana, podría haber borrado para siempre el recuerdo de
sus llamativos ojos azules y su dura sonrisa. Evitarlo era fácil cuando el
único lugar donde veía su cara era en la ESPN, y un mando a distancia podía
solucionar ese problema.
Un entrenador. Una estudiante.
Las reglas eran claras. Las rompimos de todos modos.
La noche que conocí a Toren Greely fue la noche que aprendí a mentir. Era
entrenador de fútbol de la Treasure State. Yo era la estrella del equipo de
voleibol. Los entrenadores y las estudiantes estaban prohibidos. Mi futuro
estaba en juego, así que me dije que solo sería una noche.
Fue la primera mentira. Después de eso, se volvieron más fáciles de decir. Las
líneas se desdibujaron. Los límites cambiaron. Nuestra relación se convirtió en
un juego en sí mismo.
Una casta sonrisa. Una mirada cómplice. Un toque velado o un callado beso. Nos
escondimos a plena vista. Éramos invencibles. O eso pensábamos. Ninguno vio
venir el bombardeo hasta que fue demasiado tarde.
Juego terminado. La noche que dejé a Toren Greely fue la noche que aprendí a
perder.
3. RALLY
Embarazada. Sin casa. Sin dinero. No era lo que esperaba para mi último año en la universidad. Tampoco a Rush Ramsey.
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