Un verano. Dos rivales. Un giro
en la trama que no vieron venir...
La vida de Nora Stephens son los libros, los ha leído todos, y no es ese tipo
de heroína. Ni la valiente, ni la relajada chica soñadora, y especialmente no
la chica dorada. De hecho, las únicas personas para las que Nora es una heroína
son sus clientes, para quienes consigue grandes acuerdos como agente literaria
despiadada, y su querida hermanita Libby.
Por eso acepta ir a Sunshine Falls, Carolina del Norte, durante el mes de
agosto, cuando Libby le ruega un viaje de hermanas, con visiones de una
transformación para Nora en una ciudad pequeña, quien está convencida de que
necesita convertirse en la heroína de su propio historia. Pero en lugar de
picnics en los prados, o encuentros con un apuesto médico rural o un cantinero
de antebrazos abultados, Nora sigue tropezando con Charlie Lastra, un editor
melancólico y estudioso de la ciudad. Sería un encuentro lindo si no fuera por
el hecho de que se han visto muchas veces y nunca ha sido lindo.
Si Nora sabe que ella no es una heroína ideal, Charlie sabe que él no es el
héroe de nadie, pero a medida que se juntan una y otra vez, en una serie de
coincidencias que ningún editor que se precie permitiría, lo que descubren
podría desentrañar las historias cuidadosamente elaboradas que han escrito
sobre ellos mismos.
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