1. THE WRONG GAME
Dos tickets de temporada.
Una idea genial.
Cero interés en una relación.
El plan es simple: un hombre nuevo, atractivo, preferentemente divertido y definitivamente soltero ocupará uno de esos asientos para cada juego de los Bears en Soldier Field. Y yo llenaré el otro.
No puedo pensar en una mejor manera de usar los pases de temporada que
le compré a mi exmarido. Soy una mujer de planes, y este es infalible.
Hasta que Zach Bowen se ofrece a ser mi ronda de práctica.
Es exasperante. Presuntuoso y autoritario. Y absoluta e innegablemente
hermoso. Cualquier mujer con un corazón latiendo se sentiría atraída por él, y
el mío se acelera cada vez que habla.
Pero como dije, soy una mujer de planes, y no voy a dar marcha atrás en
este.
Una noche. Un juego. Y luego, su tiempo se acabó.
Puede intentar cambiar las reglas, pero esta es la verdad: no puede ganar si está jugando el juego equivocado.
2. THE RIGHT PLAYER
Tengo una regla de las tres citas, pero no es lo que piensas.
Mira, me han dicho que soy la "chica de los buenos momentos", no la que llevas a casa con mamá. Y aunque esa etiqueta me dolió al principio, desde entonces la he adoptado: vivir la vida salvaje y libre y mantener un máximo de tres citas. Es tiempo suficiente para divertirse y eliminar la posibilidad de captar sentimientos. Y me ha funcionado durante años...
Hasta Makoa Kumaka.
Lamentablemente, también tiene una regla de las tres citas, y es exactamente lo opuesto a la mía. Desde el momento en que lo conozco, todo lo que puedo pensar es en desnudar a ese enorme trozo de hombre hercúleo de dos metros y medio. Pero como el caballero que desearía que no fuera, me está haciendo esperar.
Cuanto más tiempo pasamos juntos, más siento esas molestas emociones arrastrándose. Incluso estoy tentada a confiar en él, pero, culpa a mi pasado o a mis instintos, no puedo evitar la sensación de que está ocultando algo...
He estado jugando el juego desde siempre y ningún hombre se ha ganado mi corazón, lo que significa que nunca tuvieron el poder de romperlo.
Pero tal vez no había conocido al jugador adecuado.
Quizás desearía no haberlo hecho nunca.
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