Todo comenzó bajo una lluvia
torrencial. Su camisa mojada se pegaba a su cuerpo duro. Mi cabello empapado se
extendía por mi cara.
Bromeamos. Él sostuvo la puerta. Descubrí su nombre.
Y, durante medio segundo, caí con fuerza.
Entonces el disco se detuvo. Olvida su rápido ingenio, esos bíceps, y sus
desarmantes ojos azules claros. El sexy hijo de puta demostró que sería un
error más.
¿Podemos él y yo convertirnos en un nosotros? ¿O cualquier posibilidad que teníamos de un futuro se ha desvanecido ya?
Está el novio y está el amigo,
Yo soy el amigo. El chico en el que se apoya, con el que se ríe, y con el que
se queja.
El chico que entiende todas sus bromas y la ve en su peor momento.
El chico con las manos metidas profundamente en los bolsillos para evitar
tocarla.
El chico al que se le da tan bien ocultar sus sentimientos que ella no ha
sospechado ni una vez.
Hasta el día en que la obligo a tomar una decisión y todo cambia.
Hasta el día en que le ofrezco la elección que ha estado delante de ella todo
este tiempo.
¿Él o yo?
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