Las rosquillas eran su debilidad.
Si Sadie Mullins no hubiera estado corriendo por la playa para quemar las
calorías de su adicción por las rosquillas, no habría notado al hombre que no
se movía en el agua.
No se habría tirado al agua tras él.
No habría conocido a West Montgomery.
El bastardo arrogante debería haber sido amable, incluso agradecido.
Por supuesto, no lo fue.
Ese debería haber sido el fin.
Por supuesto, no lo fue.
Malditas rosquillas.
6/01/2017
TRILOGÍA WATER'S EDGE - STACY KESTWICK
1.WET PRÓXIMOS LIBROS
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario